Con la transición de la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP) a la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA), el panorama para los monotributistas de Argentina ha cambiado de manera significativa en cuanto a la jubilación se refiere.

A pesar de estar bajo un nuevo esquema, las similitudes con el régimen anterior son notables, aunque persisten algunas variaciones cruciales que los trabajadores independientes deben comprender.

Para comenzar, el punto de partida es el cumplimiento de estrictos requisitos de edad y aportes. Hombres y mujeres, por igual, deben alcanzar los 65 y 60 años respectivamente, sumando un mínimo de 30 años de aportes. En el mundo de los monotributistas, la continuidad de estos aportes es esencial. Además, es posible fusionar estos con períodos en autónomo o empleados bajo relación de dependencia. Sin duda, la transparencia es vital, y verificar la correcta acreditación de cada aporte se vuelve imperativo.

Una de las consultas más comunes entre los monotributistas es en torno al monto que recibirán al momento de jubilarse. Aquí es donde entra en juego la categoría bajo la cual han contribuido. Por ejemplo, aquellos en la Categoría A acceden al haber mínimo establecido en $285.820,63. Sin embargo, un bono reciente ajustó esta cifra a $355.820,63. Quienes cotizan en categorías superiores verán reflejado un incremento discreto en sus prestaciones, cada una intricadamente vinculada a aspectos como la categoría contributiva y la movilidad jubilatoria.

Los beneficios extendidos a los monotributistas jubilados incluyen acceso a la cobertura médica del INSSJP, pensión por fallecimiento y, si es necesario, retiro por invalidez. Capitalizar estos derechos requiere que cada contribuyente profundice en el anexo legal, garantizando así una comprensión clara y total de cómo se desglosan sus contribuciones bajo numerosos supuestos e inclusiones de otros regímenes previsionales.

Después de reunir la documentación, el monotributista debe coordinar una cita con ANSES para proceder formalmente. Si bien el tiempo que tarda en completarse el trámite oscila entre 3 a 6 meses, evitar sorpresas logra que el proceso de transición al capítulo de la jubilación se desarrolle sin contratiempos.

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